Tres documentales bolivianos


CINE NACIONAL

Por Camilo Agramont

Aprovechando algunos eventuales espacios de proyección cinematográfica nacional, fines de semana de cine boliviano a diez pesos en la Cinemateca y las proyecciones de la Feria Internacional del Libro, pude ver tres documentales hechos por realizadores bolivianos, los tres de enfoque histórico y los tres hechos en diferentes épocas (1936, 1976 y 2016). Ésos son elementos importantes, existe una similitud en la intención del audiovisual pero a la vez existen enormes diferencias técnicas por el momento en el que se hizo y las herramientas y tecnologías disponibles para la producción. Pretendo encontrar los puntos donde estos documentales están más cerca o más lejos los unos de los otros.

Se trata de los documentales Guerra del Chaco (conocido también como “Infierno Verde”) de Luis Bazoberry, “Señores coroneles, señores generales” de Alfonso Gumucio Dagrón y la reciente “Desmitificando de la Guerra del Chaco. Lo que se perdió...lo que se ganó” de Pablo Michel.

El filme de Bazoberry es todo un hito en el cine boliviano, fue el primer metraje boliviano filmado con sonido. Una anécdota (no del todo positiva) es que vi la película en una sala vacía, sólo acompañado por un señor de avanzada edad (no se permite iniciar la proyección con una sola persona). Al terminar la proyección, él me dijo: “me gustó más “Boquerón”, es más larga y más interesante”. Comprensión, es algo difícil de ver. Claro que no se parece en nada a las películas de Rambo o la recién llegada “Dunkirk”, en el largometraje se nombran personajes prominentes de la guerra y se muestra una secuencia de combate (No, ningún combate cuerpo a cuerpo ni una sangrienta carga sobre el enemigo) además de la reunión entre oficiales bolivianos y paraguayos (Sí, eso sucedió y se mostró mucha camaradería). Quizá yo tampoco habría tenido ninguna experiencia relevante viendo el documental de Bazoberry si no hubiera revisado los periódicos de la época en la hemeroteca de la Vicepresidencia. Y es que ese es el asunto, tanto este documental como los dos otros necesitan de un conocimiento previo (no detallado pero sí un panorama completo) de los hechos históricos a los que se hace referencia.

Los tres trabajos son de contenido muy detallado, vamos por lo destacado. En el documental de Gumucio existe un aprovechamiento de lo visual importante, hay en realidad una narrativa pensada y calculada sobre la imagen y su relación con la voz en off, un trabajo de concepto y con intención creativa y de propuesta. Me gusta mucho la escena del desfile donde se congela el cuadro de la joven con la bandera estadounidense, es un elemento que explota los recursos audiovisuales, y consigue un impacto que perdura en quien lo ve.

El documental de Bazoberry es simplemente una reliquia y un archivo de gran importancia además de valor histórico, pero un valor que no puede funcionar independientemente. Requiere de una base de conocimientos alejado de las percepciones simplificadas y convencionales sobre la guerra, es necesario una lectura del hecho más allá de una naturaleza episódica, pues se trata de un esfuerzo de investigación que se lleva al cine como soporte. Lo mismo ocurre con la desmitificación de Pablo Michel, yo creo que la película de Bazoberry es también una desmitificación de la guerra del Chaco, y me refiero a una desmitifación del discurso que se sostiene de la guerra del Chaco, la pintura de una permanente crudeza de la guerra y las excusas de enumerar desventajas son una constante en lo que nos relatan sobre la guerra, estos documentales no lo hacen. Michel y Bazoberry haciendo una lectura crítica del hecho (cada uno en su época), construyen un relato alejado del “conocimiento general” de la guerra del Chaco. Michel comienza con estipular que la guerra duró más de lo que indican los libros escolares de historia, eso lo comprobé en la hemeroteca también, pero si no podemos tener por seguros datos tan básicos en realidad poco sabemos de esta guerra.

Todo lo anterior lo digo a partir de lo que me causó la anécdota en la cinemateca, que ocupo mi mente durante un buen tiempo. Entonces, considero que estos documentales, que buscan una preservación de la historia y sobre todo una perspectiva completa (más acertada quizá) de estos hechos históricos para que podamos tener una mejor comprensión de ellos, y así estar “bien parados” en la coyuntura.

Pero, como siempre, hay algo que se puede mejorar. Siento algo de frialdad y distancia excesiva en los tres documentales (en menor medida en el de Bazoberry), existen elementos de estructura y forma en los documentales que mantienen a raya al espectador como para que no pueda adentrarse del todo, es decir, verse a sí mismo a partir de esa realidad. Es algo que me sucedió con documentales de gran talla (Lo and Behold, The Act of Killing), pero también recientemente con una obra nacional, “ElCorral y el Viento” de Miguel Hilari, sobre la cual escribí para el blog. En los documentales que mencioné existe un vínculo tanto como entre el documental con el espectador y el realizador con el documental. Es algo que está ausente en esas tres obras, tienen un tinte bastante académico, muy formal, sin lugar a dejar semillas, una emoción personal o algo auténtico del director en su obra. Es todo lo que puedo decir.

Una agradable experiencia la de las semanas pasadas, pude nutrirme de mucho cine nacional y cine internacional de circuito independiente (latinoamericano y europeo en la FIL/ boliviano en el Festival de Cine Radical que también fue parte de la FIL). Es importante dar continuidad a estos espacios, que fuera del caso de “Infierno Verde” fueron concurridos. Estoy seguro que mientras se continúe corriendo la voz, lo serán mucho más.





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