The Leftovers, la última partida y un aterrizaje forzoso
Análisis - The Leftovers (D. Lindelof/T. Perrotta, 2015-2017)
Por Camilo Agramont
Esta vez comencemos por el final. El final de la segunda temporada de The Leftovers fue algo perfectamente funcional, a pesar de la utilización de ese extraño recurso narrativo de Kevin y su visista a un incoherente mundo alterno (que se utiliza dos veces en la misma temporada), fue un final que de alguna manera cerraba el círculo para los problemas en común que afectaban en la familia Garvey desde la primera temporada. Pero en la tercera última temporada se retoman (a veces forzadamente) y se sacan de la galera nuevos conflictos que tampoco consiguen una resolución hasta el último episodio. Realmente, no sucede nada.
Conocemos a Damon Lindelof, la mayor parte por su conocida serie Lost, que extendía el suspenso de su premisa inicial hasta el extremo de utilizar recursos absurdos y que parecía que trataban de "verle la cara" al público. Lo positivo es que The Leftovers no llegó a eso, la serie cumplió con su ciclo como tuvo que hacerlo y tuvo muchos puntos altos. Esos los expondré más adelante.
The Leftovers comenzó con mucha ambición, ese contraste con esta familia que a pesar de no haber perdido a los suyos (al menos hasta donde sabe la mayoría), está tan incompleta como las otras familias cuyos seres queridos se desvanecieron un 14 de octubre. Es una premisa increíble, y el retrato humano con la crudeza y honestidad que se muestra a lo largo de la temporada es magnífico, todo eso con el condimiento de lo sagrado y la locura que acecha al protagonista de la serie. Creo que esa primera temporada es algo de lo mejor que he visto en televisión.
La segunda temporada lleva a los personajes principales de la serie hasta un nuevo escenario, donde se añaden personajes nuevos y otros ya conocidos. Tenemos un duda que no se responde hasta el final de la temporada y la revelación se da de manera estupenda, eso sucede porque ee recurso se trabajo bien a lo largo de la temporada. Al final de la temporada vemos por primera vez la situación de Kevin Garvey y su estancia entre la muerte y la resurrección. Es algo complicado, a mí me parecio un tanto absurdo, pero termino funcionando aún a pesar de que se reutiliza el recurso, la inconsistencia en el relato por ese recurso se ablanda por el misterio bien develado en un buen episodio final donde sucede esa secuencia final donde la familia Garvey se reune con miras a un futuro menos incierto. Leí por ahí que estos cambios, que resultan a veces bruscos, se dieron porque a pesar de que la serie llamó mucho la atención por su particular estilo, no adquirió muchos seguidores, lo que se traduce en no muchos ingresos y presupuesto a disponer.
Entonces, luego de ese final comenzamos en una nueva temporada donde se detonan varias bombas para crear una expectativa que mantenga al espectador en su asiento durante otros diez (esta vez fueron ocho) capítulos más. Está la promesa del fin del mundo, algo sucederá en este séptimo aniversario del 14 de octubre. Segundo, el libro de Matt y Michael. Tercero, el bebé de Nora, ahora en manos de su madre biológica. Podemos decir que fácilmente se dejó de un lado a Jill y Tom en esta temporada, pues sus apariciones son fugaces y sin relevancia, habiendo sido personajes complicados y capaces de una historia propia en las temporadas uno y dos. Una lástima.
Lo que sucede con estas líneas narrativas, las que se toman ya seleccionadas sobre otras que se desechan o dejan sin efecto como la mencionada, no llegan a una conclusión. Y así sucede, la promesa del suceso trascendental en el 14 de octubre no llega a darse, simplemente no sucede nada, lo cual es valido. Pero se enfocan siete episodios de la temporada en ese preciso día y llegado el momento no pasa nada importante. El libro, el libro es un recurso totalmente desperdiciado. Tal como sucedió en la temporada, este nuevo evangelio, testimonio de lo sagrado e incomprensible de la vida de Kevin Garvey, se convierte de pronto en una novela romántica donde sólo hay cabida para su relación con Nora Durst. Siguiendo con Nora, otra arista importante, la que lleva a los personajes a Australia, ese vacío que dejó la desaparición de su familia en el Rapto y la reciente renuncia a su bebé, eso queda en un pico que toca lo melodramático y se corta abruptamente por un nuevo episodio del limbo entre la vida y la muerte de Kevin.
El último episodio, tal como toda la temporada, están un montón de secuencias innecesarias de Kevin tratando de "hacerse al loco" con Nora luego de muchos años. Todo eso para culminar en una escena del enfrentamiento de la desnudez del alma entre dos seres humanos. Me pareció genial como termina la historia de Nora, con el viaje al mundo de los que desaparecieron el 14 y la confrontación con su incompatibilidad con ese mundo. Esa sí que hubiera sido una tremenda última temporada, pero sólo quedó en una mención, algo que se dijo. La tercera temporada mantiene muchos elementos que son de lo mejor de la serie, algunos otros llegan a quebrarse como el uso de la música en esta temporada. La secuencia del hombre desnudo que toma el poder del submarino con música a todo volumen no pasa para mí de una excusa, y además una excusa incoherente.
Aún me parece que es un buen show de televisión, Lindelof tiene muchas virtudes en sus historias. Pero, si me tocara hacer la recomendación de la seria, no me molestaría sugerir que sólo se vean las dos primeras temporadas
Ahora sí, lo bueno:
La serie ofrece muchas características que hacen que valga la pena verla.
Primero, la temática. The Leftoves aborda conceptos muy concretos y básicos en la vida humana, como ser la muerte, la fe, la esperanza, lo inexplicable y la incapacidad de tener todas las respuestas. Es una serie sobre las creencias, esas que nos sostienen. Las creencias que nos mantienen vivos y como éstas se derrumban.
Segundo, los personajes. Hay personajes exquisitamente construídos en la serie, que atraviesan por ese derrumbamiento de sus creencias con la carga de sus condiciones particulares. Los personajes de los Garvey sobre todo son de esos personajes que uno quiere decifrar a como de lugar, pero no deja de sorprenderse con cada detalle nuevo que sueltan a lo largo del relato. El episodio penúltimo de la primera temporada es de lo mejor de la serie, condensa todas las preguntas que uno se hace pero en realidad no espera ver resueltas, y deja una sensación más de angustia, porque ellos que se mantuvieron aparentemente completos el 14 de octubre también han perdido todo, perdieron la fe.
Tercero, The Guilty Remanents. Son uno de los personajes, porque toda la identidad de ese grupo se transporta a un personaje durante las dos primeras temporadas, más enigmáticos e interesantes que he visto. En la primera temporada comienzan una misión de mensaje que implica una mirada fría y cruda a la naturaleza humana. Las maquiavélicas medidas que toman estos villanos/mártires/héroes/desquisiados son un condimento que llega hasta la segunda temporada y quizá es lo que hizo falta en la tercera.
Cuarto, al música. La música de Max Richter es algo muy bello y además poderoso para la serie, un simple arpegio enaltece la angustia a la que te llevan los momentos más impactantes de la serie. Recomendadísimo el soundtrack. Además, se utiliza de manera muy acertada la música (al menos en las dos primeras temporadas) con intérpretes que van desde Nina Simone, pasando por The Black Keys hasta Metallica played by four Cellos de Apocalyptica. Esta es una decisión de los creadores, se nota porque se respetan los estilos de cada temporada aunque las secuencia esté en otra. Como el fragmento de Laurie previo a al primera temporada donde volvemos a los Cellos que caracterizaron su paso por los Guilty Remanents.
Una serie con mucho que ofrecer, más allá de un artefacto de entretenimiento. Es una muestra de la reflexión de los aspectos más elemetales de nuestra humanidad.
Por Camilo Agramont
Esta vez comencemos por el final. El final de la segunda temporada de The Leftovers fue algo perfectamente funcional, a pesar de la utilización de ese extraño recurso narrativo de Kevin y su visista a un incoherente mundo alterno (que se utiliza dos veces en la misma temporada), fue un final que de alguna manera cerraba el círculo para los problemas en común que afectaban en la familia Garvey desde la primera temporada. Pero en la tercera última temporada se retoman (a veces forzadamente) y se sacan de la galera nuevos conflictos que tampoco consiguen una resolución hasta el último episodio. Realmente, no sucede nada.
Conocemos a Damon Lindelof, la mayor parte por su conocida serie Lost, que extendía el suspenso de su premisa inicial hasta el extremo de utilizar recursos absurdos y que parecía que trataban de "verle la cara" al público. Lo positivo es que The Leftovers no llegó a eso, la serie cumplió con su ciclo como tuvo que hacerlo y tuvo muchos puntos altos. Esos los expondré más adelante.
The Leftovers comenzó con mucha ambición, ese contraste con esta familia que a pesar de no haber perdido a los suyos (al menos hasta donde sabe la mayoría), está tan incompleta como las otras familias cuyos seres queridos se desvanecieron un 14 de octubre. Es una premisa increíble, y el retrato humano con la crudeza y honestidad que se muestra a lo largo de la temporada es magnífico, todo eso con el condimiento de lo sagrado y la locura que acecha al protagonista de la serie. Creo que esa primera temporada es algo de lo mejor que he visto en televisión.
La segunda temporada lleva a los personajes principales de la serie hasta un nuevo escenario, donde se añaden personajes nuevos y otros ya conocidos. Tenemos un duda que no se responde hasta el final de la temporada y la revelación se da de manera estupenda, eso sucede porque ee recurso se trabajo bien a lo largo de la temporada. Al final de la temporada vemos por primera vez la situación de Kevin Garvey y su estancia entre la muerte y la resurrección. Es algo complicado, a mí me parecio un tanto absurdo, pero termino funcionando aún a pesar de que se reutiliza el recurso, la inconsistencia en el relato por ese recurso se ablanda por el misterio bien develado en un buen episodio final donde sucede esa secuencia final donde la familia Garvey se reune con miras a un futuro menos incierto. Leí por ahí que estos cambios, que resultan a veces bruscos, se dieron porque a pesar de que la serie llamó mucho la atención por su particular estilo, no adquirió muchos seguidores, lo que se traduce en no muchos ingresos y presupuesto a disponer.
Entonces, luego de ese final comenzamos en una nueva temporada donde se detonan varias bombas para crear una expectativa que mantenga al espectador en su asiento durante otros diez (esta vez fueron ocho) capítulos más. Está la promesa del fin del mundo, algo sucederá en este séptimo aniversario del 14 de octubre. Segundo, el libro de Matt y Michael. Tercero, el bebé de Nora, ahora en manos de su madre biológica. Podemos decir que fácilmente se dejó de un lado a Jill y Tom en esta temporada, pues sus apariciones son fugaces y sin relevancia, habiendo sido personajes complicados y capaces de una historia propia en las temporadas uno y dos. Una lástima.
Lo que sucede con estas líneas narrativas, las que se toman ya seleccionadas sobre otras que se desechan o dejan sin efecto como la mencionada, no llegan a una conclusión. Y así sucede, la promesa del suceso trascendental en el 14 de octubre no llega a darse, simplemente no sucede nada, lo cual es valido. Pero se enfocan siete episodios de la temporada en ese preciso día y llegado el momento no pasa nada importante. El libro, el libro es un recurso totalmente desperdiciado. Tal como sucedió en la temporada, este nuevo evangelio, testimonio de lo sagrado e incomprensible de la vida de Kevin Garvey, se convierte de pronto en una novela romántica donde sólo hay cabida para su relación con Nora Durst. Siguiendo con Nora, otra arista importante, la que lleva a los personajes a Australia, ese vacío que dejó la desaparición de su familia en el Rapto y la reciente renuncia a su bebé, eso queda en un pico que toca lo melodramático y se corta abruptamente por un nuevo episodio del limbo entre la vida y la muerte de Kevin.
El último episodio, tal como toda la temporada, están un montón de secuencias innecesarias de Kevin tratando de "hacerse al loco" con Nora luego de muchos años. Todo eso para culminar en una escena del enfrentamiento de la desnudez del alma entre dos seres humanos. Me pareció genial como termina la historia de Nora, con el viaje al mundo de los que desaparecieron el 14 y la confrontación con su incompatibilidad con ese mundo. Esa sí que hubiera sido una tremenda última temporada, pero sólo quedó en una mención, algo que se dijo. La tercera temporada mantiene muchos elementos que son de lo mejor de la serie, algunos otros llegan a quebrarse como el uso de la música en esta temporada. La secuencia del hombre desnudo que toma el poder del submarino con música a todo volumen no pasa para mí de una excusa, y además una excusa incoherente.
Aún me parece que es un buen show de televisión, Lindelof tiene muchas virtudes en sus historias. Pero, si me tocara hacer la recomendación de la seria, no me molestaría sugerir que sólo se vean las dos primeras temporadas
Ahora sí, lo bueno:
La serie ofrece muchas características que hacen que valga la pena verla.
Primero, la temática. The Leftoves aborda conceptos muy concretos y básicos en la vida humana, como ser la muerte, la fe, la esperanza, lo inexplicable y la incapacidad de tener todas las respuestas. Es una serie sobre las creencias, esas que nos sostienen. Las creencias que nos mantienen vivos y como éstas se derrumban.
Segundo, los personajes. Hay personajes exquisitamente construídos en la serie, que atraviesan por ese derrumbamiento de sus creencias con la carga de sus condiciones particulares. Los personajes de los Garvey sobre todo son de esos personajes que uno quiere decifrar a como de lugar, pero no deja de sorprenderse con cada detalle nuevo que sueltan a lo largo del relato. El episodio penúltimo de la primera temporada es de lo mejor de la serie, condensa todas las preguntas que uno se hace pero en realidad no espera ver resueltas, y deja una sensación más de angustia, porque ellos que se mantuvieron aparentemente completos el 14 de octubre también han perdido todo, perdieron la fe.
Tercero, The Guilty Remanents. Son uno de los personajes, porque toda la identidad de ese grupo se transporta a un personaje durante las dos primeras temporadas, más enigmáticos e interesantes que he visto. En la primera temporada comienzan una misión de mensaje que implica una mirada fría y cruda a la naturaleza humana. Las maquiavélicas medidas que toman estos villanos/mártires/héroes/desquisiados son un condimento que llega hasta la segunda temporada y quizá es lo que hizo falta en la tercera.
Cuarto, al música. La música de Max Richter es algo muy bello y además poderoso para la serie, un simple arpegio enaltece la angustia a la que te llevan los momentos más impactantes de la serie. Recomendadísimo el soundtrack. Además, se utiliza de manera muy acertada la música (al menos en las dos primeras temporadas) con intérpretes que van desde Nina Simone, pasando por The Black Keys hasta Metallica played by four Cellos de Apocalyptica. Esta es una decisión de los creadores, se nota porque se respetan los estilos de cada temporada aunque las secuencia esté en otra. Como el fragmento de Laurie previo a al primera temporada donde volvemos a los Cellos que caracterizaron su paso por los Guilty Remanents.
Una serie con mucho que ofrecer, más allá de un artefacto de entretenimiento. Es una muestra de la reflexión de los aspectos más elemetales de nuestra humanidad.
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