Phantom Thread, faceta romántica de Paul Thomas Anderson
Análisis - Phantom Thread (Paul Thomas Anderson, 2017)
Camilo Agramont
Todos conocemos o sabemos del talento de Paul Thomas Anderson, sabemos que su cine es una experiencia distinta a las películas de a diario. Conocemos la particularidad de su cine, ese sello único que logra cautivar tanto a la academia como a los que evitan ese contaminado mundo hollywoodense. Es imposible no tomarlo en cuenta.
Es por eso que es por demás interesante ser espectador de esta película que tiene características que son parte del cliché cinematográfico. Se plantea en las sinopsis como una película romántica de época. Esa sencilla premisa tiene mucho que ofrecer en sus dos horas y poco más de metraje. Es en realidad una película que merece atención constante y concentrada.
Este romance tiene sitio en la Inglaterra de 1950, pero en realidad hay poco para ver del contexto en que se encuentra, la situación espacio temporal funciona simplemente como condicional, da sentido a recursos y eventos en la trama. Pero el conflicto ocurre realmente dentro de la cabezas de los protagonistas, Alma y Reynolds, durante su enclaustramiento en la casa del modista.
La película explora el amor, escencialmente, de mano de dos personajes que van desarrollándose simultáneamente, que sufren cambios por turnos y que desembocan en un final que requiere de estar atento y reunir piezas diminutas a lo largo de la película.
Ese romance, ese hilo fantasma, es algo que se indaga a profundidad, se racionaliza y define lentamente en dos partes. Se muestran dos aspectos del amor, aspectos que delatan una naturaleza cruda y despellejada, interpretada por dos personajes ricos en su construcción y que se hacen sólidos por las actuaciones de Daniel Day-Lewis y Vicky Krieps.
Primero, el amor es una necesidad tan básica como el hambre. El hambre y el amor es algo que saciamos constantemente, pero que por algún motivo no deja de estar presente como necesidad. Tenemos nuestras preferencias, podemos renunciar a ellas para saciar la necesidad, necesitamos de amor como necesitamos de comida. Amor y comida hacen falta de vez en cuando, la necesidad despierta por varios motivos, sentimos esa necesidad en una gran gama de intensidades, pero es lo cotidiano de saciar esa necesidad lo que no nos permite disfrutarlo. Se hace algo mecánico, frío y estéril.
Segundo, amar necesita de la tortura. Una vez ingerido, el amor debe causar reacciones en el interior del cuerpo. Eventualmente debe causar malestar, eso hace válido el proceso. El dolor debe ser parte de amar, el dolor anula la satisfacción de la necesidad, hay un tropiezo en el mecanismo. Durante la tortura, se vuelve a añorar la sensación, vuelve el hambre, vuelven las ganas de amar. "No vas a morir, quizá quedrás morir, pero no moriras".
Sin duda, esta película se afianza por un guión bien logrado, un buen trabajo en el lenguaje de la película y sobre todo un concepto claro. No se necesita explicar nada, los cambios ocurren en silencio, y cuando las emociones explotan, uno sólo sabe que viene más en esa enfermiza evolución.
Camilo Agramont
Todos conocemos o sabemos del talento de Paul Thomas Anderson, sabemos que su cine es una experiencia distinta a las películas de a diario. Conocemos la particularidad de su cine, ese sello único que logra cautivar tanto a la academia como a los que evitan ese contaminado mundo hollywoodense. Es imposible no tomarlo en cuenta.
Es por eso que es por demás interesante ser espectador de esta película que tiene características que son parte del cliché cinematográfico. Se plantea en las sinopsis como una película romántica de época. Esa sencilla premisa tiene mucho que ofrecer en sus dos horas y poco más de metraje. Es en realidad una película que merece atención constante y concentrada.
Este romance tiene sitio en la Inglaterra de 1950, pero en realidad hay poco para ver del contexto en que se encuentra, la situación espacio temporal funciona simplemente como condicional, da sentido a recursos y eventos en la trama. Pero el conflicto ocurre realmente dentro de la cabezas de los protagonistas, Alma y Reynolds, durante su enclaustramiento en la casa del modista.
La película explora el amor, escencialmente, de mano de dos personajes que van desarrollándose simultáneamente, que sufren cambios por turnos y que desembocan en un final que requiere de estar atento y reunir piezas diminutas a lo largo de la película.
Ese romance, ese hilo fantasma, es algo que se indaga a profundidad, se racionaliza y define lentamente en dos partes. Se muestran dos aspectos del amor, aspectos que delatan una naturaleza cruda y despellejada, interpretada por dos personajes ricos en su construcción y que se hacen sólidos por las actuaciones de Daniel Day-Lewis y Vicky Krieps.
Primero, el amor es una necesidad tan básica como el hambre. El hambre y el amor es algo que saciamos constantemente, pero que por algún motivo no deja de estar presente como necesidad. Tenemos nuestras preferencias, podemos renunciar a ellas para saciar la necesidad, necesitamos de amor como necesitamos de comida. Amor y comida hacen falta de vez en cuando, la necesidad despierta por varios motivos, sentimos esa necesidad en una gran gama de intensidades, pero es lo cotidiano de saciar esa necesidad lo que no nos permite disfrutarlo. Se hace algo mecánico, frío y estéril.
Segundo, amar necesita de la tortura. Una vez ingerido, el amor debe causar reacciones en el interior del cuerpo. Eventualmente debe causar malestar, eso hace válido el proceso. El dolor debe ser parte de amar, el dolor anula la satisfacción de la necesidad, hay un tropiezo en el mecanismo. Durante la tortura, se vuelve a añorar la sensación, vuelve el hambre, vuelven las ganas de amar. "No vas a morir, quizá quedrás morir, pero no moriras".
Sin duda, esta película se afianza por un guión bien logrado, un buen trabajo en el lenguaje de la película y sobre todo un concepto claro. No se necesita explicar nada, los cambios ocurren en silencio, y cuando las emociones explotan, uno sólo sabe que viene más en esa enfermiza evolución.
- Título original
- Phantom Thread
- Año
- 2017
- Duración
- 130 min.
- País
- Estados Unidos
- Dirección
- Paul Thomas Anderson
- Guion
- Paul Thomas Anderson
- Música
- Jonny Greenwood
- Fotografía
- Paul Thomas Anderson
- Reparto
- Daniel Day-Lewis, Vicky Krieps, Lesley Manville, Richard Graham, Bern Collaco, Jane Perry, Camilla Rutherford, Pip Phillips, Dave Simon, Ingrid Sophie Schram
- Productora
- Annapurna Pictures / Focus Features / Ghoulardi Film Company. Distribuida por Universal Pictures
- Género
- Drama. Romance | Años 50. Moda
Comentarios
Publicar un comentario