Las horas oscuras de Churchill
Análisis - Darkest Hour (Joe Wright, 2017)
Por José Luis Durán
Por José Luis Durán
Churchill es el hombre que a principios del año 1915 llevaría a los británicos a una de las peores derrotas
de su historia militar, en un fallido intento de intentar generar una sorpresiva
ofensiva a los otomanos; el hombre que bebía tragos de alcohol y que, con una
de sus manos reposando en su cintura y la otra elevando un grueso y humeante
puro, levantaba el rostro con mirada penetrante e intimidadora, y el hombre que
con la misma actitud de nula diplomacia enfrentó a Hitler, el peor tirano de la
historia contemporánea. Además, Churchill es el hombre que vacilaba, con la voz
titubeante y la mirada perdida…
Varias películas han reflejado la
decisiva personalidad de Churchill, desde docudramas (Gathering Storm, 2002;
Into the Storm, 2009), hasta recientes cintas como la propia Churchill de Jonathan Teplitzky (2017),
protagonizada por Brian Cox. Sin embargo, pocas surcaron ese momento tan susceptible
y desequilibrado que vivió la política británica en 1940. Época que Joe Wright
eligió para retratar a su Churchill peculiar, distante al resto, en Darkest
Hour, protagonizado por Gary Oldman.
La mayoría de los documentales
que tratan de la Segunda Guerra Mundial, no retratan con tanto detalle el proceso,
no solo político sino personal y anímico de Winston Churchill (la figura más
importante del bando de los Aliados que enfrentaron al Eje) a principios de la
guerra, y mucho menos en 1940, cuando la guerra entra en su primer año y está
lejos de terminar. Entre los hechos particulares con mayor distinción que se
nos presentan en los audiovisuales, sobresalen el milagro de Dunquerque, la
batalla aérea de Londres o la campaña en el desierto africano.
Pero es 1940 el año que ratifica
el poderío nazi. Algo que en un principio parece justificar la inseguridad de
los políticos del único país, hasta ese entonces, que tenía la libertad de
enfrentar a Hitler: Inglaterra. La
política se divide, como cualquier proceso político en tiempos beligerantes, en
dos: los pacifistas y los que piden la continuación de la guerra. Ha este
último grupo pertenecía Churchill. Alguien a quien creían poco diplomático y
racional, en gran parte debido a los sucesos de Galípoli en la Primera Guerra
Mundial, un importante detalle que se repite como anécdota en la película.
Pero detrás de cada “héroe” de
guerra, la realidad es otra, otra que no expone los rasgos idealistas de una
ficción épica, de ser determinado e indomable, sino que posee humanidad.
Churchill era decidido, sí, pero el momento difícil que expone Darkest Hour,
muestra que también el beligerante Churchill se le hace un trabajo complicado
el de cargar con todo el peso Aliado de la guerra. Y mucho peor en un contexto
de casi nulo soporte.
El recorrer aspectos que se
esconden como una bruma innecesaria en la mirada histórica, o incluso en una
historia argumentada de ficción, es un destello necesario para compreder el
lado empatico de personajes que fueron relevantes en el curso de los sucesos históricos
más importantes, y Joe Wright lo logra con un film que deconstruye el lado
anímico debilitado de un determinado ser como lo fue Churchill.
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