Baby Driver, sin causa para la rebeldía
Análisis - Baby Driver (Edgar Wright, 2017)
Por Camilo Agramont
El director británico Edgar Wright es uno de esos cineastas cuyas escenas se reconocen instantáneamente, tiene un estilo propio y con rasgos bien marcados. Entre sus películas más destacadas están Scott Pilgrim vs. The World y la trilogía del Cornetto (Shaun of the Dead, Hot Fuzz, The World's End). Todas encajan en el género de la comedia como muestras de gran maestría del humor visual y literal.
Para esta ocasión, Wright propone en "Baby Driver" una historia que tiene como ejes dos elementos: la música y la criminalidad. La búsqueda por hacer a la música un pilar, como un personaje más de la historia, es una apuesta fuerte en la película.
Los elementos básicos y siempre eficaces del cine de Edgar Wright permanecen en esta nuevo largometraje. Wright trabaja con lo visual para desarrollar el humor de la película, simples asociaciones de formas y movimientos que en el montaje causan lo hilarante. En los primeros tramos del relato, se ven planos secuencia de gran complejidad, la letra de una canción acompaña el camino de Baby, el personaje principal, todo de manera orgánica y con un gran trabajo en el traveling de la cámara. Ojalá está dinámica hubiera tenido mayor presencia en el resto de la película.
Ya mencionado Baby, pasemos a observar a nuestro personaje principal, se trata de un muchacho huérfano que no puede dejar de escuchar música para alivianar su tunnitis, además es un temprano ladrón de autos y tiene habilidades únicas tras el volante. Él tiene un importante deuda con la mente maestra de una organización criminal, la cual paga ayudándolo en asaltos millonarios.
Hasta ahí todo bien, incluso Baby logra saldar su deuda y conseguir su libertad. Pero, a lo largo del relato aparecen dos series de personajes, una historia paralela sobre los padres de Baby y también aparece Debbie para darle el elemento romántico. Este conjunto de conflictos carece de una introducción propia, aparecen mencionados por un tercero, y no se define más que superficialmente la relación del personaje con cada conflicto. Además, están los conflictos implícitos de los personajes secundarios, posiblemente nada más hacía falta que el padrastro de Baby tuviera su propia side-story. Estos rebeldes sin causa que roban millones de bancos y otros parecen no tener una motivación particular y trascendental para delinquir, sólo comparten su ambición por el dinero. A partir de eso, la película se hará una larga escena de persecusión donde los personajes toman una y otra decisión importante que no tendrá ningún efecto debido a esa falta de motivos, de propósito, la hace falta un manifiesto de intenciones a los personajes de la película.
Son varios personajes involucrados en la trama, todos están enredados entre sus propias necesidades y pasiones, cuando se pisa el acelerados en la película varias cosas dejan de impresionar, de tener sentido. Se convierte en una violenta sucesión de disparos, escapes y muertes. Hay que pensar en la cantidad de dramatismo que hay en la película, y cómo esa misma no afecta al espectador (no me sucedió). Es como jugar con muñecos, sin el toque humano se pierde la importancia, los balazos y giros constantes pueden llamar la atención, pero no se quedan, pronto tanta emoción fictica te agota y quieres que el personaje de una vez tenga su final feliz.
Podríamos pensar que la muerte de los padres del personaje, el crimen organizado, una enfermedad crónica o el romance son ingredientes suficientes para crear una gran historia, pero en realidad es el conflicto personal del personaje con esos factores externos lo que atrapa al espectador. Baby es un personaje diferente a los de otros filmes de Edgar Wright, ya que sus personajes siempre estaban nutridos de una lucha consigo mismos, una lucha entre hacer y no hacer, de reaccionar o acobardarse, ya sea en un contexto de apocalipsis, apocalipsis zombie, la busqueda de un criminal misterioso o la lucha de videojuego por el amor de su vida. Cómo se extraña la dupla de Simon Pegg y Nick Frost en esta película, que sí prometía por su apuesta del protagonismo musical.
Un balance sobre el trabajo en la música como personaje, se plantea la premisa del personaje que escucha música todo el tiempo. El trabajo del montaje para jugar con la música diegética, la que es parte de la narración, y la no diegética, es realmente bueno, el sonido tiene como concepto un propósito y sí causa una sensación de proximidad a la película cuando se juega con los volúmenes y los tiempos. Quizá hacía falta algún elemento como el de la letra en la calle, pero el ritmo de la película (es sobre todo una película de acción) es muy acelerado, lo cual le da un punto más al trabajo del tiempo con la música.
Ficha técnica
Por Camilo Agramont
El director británico Edgar Wright es uno de esos cineastas cuyas escenas se reconocen instantáneamente, tiene un estilo propio y con rasgos bien marcados. Entre sus películas más destacadas están Scott Pilgrim vs. The World y la trilogía del Cornetto (Shaun of the Dead, Hot Fuzz, The World's End). Todas encajan en el género de la comedia como muestras de gran maestría del humor visual y literal.
Para esta ocasión, Wright propone en "Baby Driver" una historia que tiene como ejes dos elementos: la música y la criminalidad. La búsqueda por hacer a la música un pilar, como un personaje más de la historia, es una apuesta fuerte en la película.
Los elementos básicos y siempre eficaces del cine de Edgar Wright permanecen en esta nuevo largometraje. Wright trabaja con lo visual para desarrollar el humor de la película, simples asociaciones de formas y movimientos que en el montaje causan lo hilarante. En los primeros tramos del relato, se ven planos secuencia de gran complejidad, la letra de una canción acompaña el camino de Baby, el personaje principal, todo de manera orgánica y con un gran trabajo en el traveling de la cámara. Ojalá está dinámica hubiera tenido mayor presencia en el resto de la película.
Ya mencionado Baby, pasemos a observar a nuestro personaje principal, se trata de un muchacho huérfano que no puede dejar de escuchar música para alivianar su tunnitis, además es un temprano ladrón de autos y tiene habilidades únicas tras el volante. Él tiene un importante deuda con la mente maestra de una organización criminal, la cual paga ayudándolo en asaltos millonarios.
Hasta ahí todo bien, incluso Baby logra saldar su deuda y conseguir su libertad. Pero, a lo largo del relato aparecen dos series de personajes, una historia paralela sobre los padres de Baby y también aparece Debbie para darle el elemento romántico. Este conjunto de conflictos carece de una introducción propia, aparecen mencionados por un tercero, y no se define más que superficialmente la relación del personaje con cada conflicto. Además, están los conflictos implícitos de los personajes secundarios, posiblemente nada más hacía falta que el padrastro de Baby tuviera su propia side-story. Estos rebeldes sin causa que roban millones de bancos y otros parecen no tener una motivación particular y trascendental para delinquir, sólo comparten su ambición por el dinero. A partir de eso, la película se hará una larga escena de persecusión donde los personajes toman una y otra decisión importante que no tendrá ningún efecto debido a esa falta de motivos, de propósito, la hace falta un manifiesto de intenciones a los personajes de la película.
Son varios personajes involucrados en la trama, todos están enredados entre sus propias necesidades y pasiones, cuando se pisa el acelerados en la película varias cosas dejan de impresionar, de tener sentido. Se convierte en una violenta sucesión de disparos, escapes y muertes. Hay que pensar en la cantidad de dramatismo que hay en la película, y cómo esa misma no afecta al espectador (no me sucedió). Es como jugar con muñecos, sin el toque humano se pierde la importancia, los balazos y giros constantes pueden llamar la atención, pero no se quedan, pronto tanta emoción fictica te agota y quieres que el personaje de una vez tenga su final feliz.
Podríamos pensar que la muerte de los padres del personaje, el crimen organizado, una enfermedad crónica o el romance son ingredientes suficientes para crear una gran historia, pero en realidad es el conflicto personal del personaje con esos factores externos lo que atrapa al espectador. Baby es un personaje diferente a los de otros filmes de Edgar Wright, ya que sus personajes siempre estaban nutridos de una lucha consigo mismos, una lucha entre hacer y no hacer, de reaccionar o acobardarse, ya sea en un contexto de apocalipsis, apocalipsis zombie, la busqueda de un criminal misterioso o la lucha de videojuego por el amor de su vida. Cómo se extraña la dupla de Simon Pegg y Nick Frost en esta película, que sí prometía por su apuesta del protagonismo musical.
Un balance sobre el trabajo en la música como personaje, se plantea la premisa del personaje que escucha música todo el tiempo. El trabajo del montaje para jugar con la música diegética, la que es parte de la narración, y la no diegética, es realmente bueno, el sonido tiene como concepto un propósito y sí causa una sensación de proximidad a la película cuando se juega con los volúmenes y los tiempos. Quizá hacía falta algún elemento como el de la letra en la calle, pero el ritmo de la película (es sobre todo una película de acción) es muy acelerado, lo cual le da un punto más al trabajo del tiempo con la música.
Ficha técnica
- Título original
- Baby Driver
- Año
- 2017
- Duración
- 115 min.
- País
Reino Unido
- Director
- Edgar Wright
- Guion
- Edgar Wright
- Música
- Steven Price
- Fotografía
- Bill Pope
- Reparto
- Ansel Elgort, Lily James, Jamie Foxx, Jon Hamm, Kevin Spacey, Eiza González, Jon Bernthal, Ben VanderMey, Thurman Sewell, Allison King, Lance Palmer, Keith Hudson, Patrick R. Walker, Hudson Meek, Troy Faruk
- Productora
- Coproducción Reino Unido-Estados Unidos; Big Talk Productions / Media Rights Capital / Working Title Films / TriStar Pictures / Double Negative
- Género
- Acción. Comedia
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