Los problemas sin solución, las promesas que no fueron cumplidas y una voluntad póstuma.
Análisis - Incendies (Denis Villeneuve, 2010)
Por Camilo Agramont
Encontrar a un padre que creían muerto y a un
hermano que no sabían que tenían, esa es la misión de los mellizos Jeanne y
Simon Marwan. Ante ese conflicto, ambos se ven rodeados de incertidumbre por el
particular pedido póstumo de su madre. “Ningún epitafio para los que no cumplen
sus promesas” dice el testamento. Los hermanos no podrán enterrar a su madre
hasta entregar dos cartas, una a su padre y otra a su hermano. Sus reacciones son totalmente distintas, porque
prometer siempre es poner algo en riesgo. Ambos tienen una actitud particular
para enfrentar lo desconocido.
Simon no piensa emprender la misión, no es de
su interés encontrar esas respuestas. Él está en paz, quiere convencerse de que
no le afectan esas dudas, que se encuentra bien con ese vacío, con esa
incertidumbre. Él quiere simplemente enterrar a su madre, sin mayores
formalidades, sin tantas complicaciones. Simon está concentrado en la
conclusión del asunto, es todo lo que importa para él.
Jeanne, ayudante de la cátedra de matemática
pura, la ciencia de las respuestas lógicas y definitivas, viajará sola hasta un
país que no puede ocultar las cicatrices de la guerra.
Para Jeanne este es un asunto urgente, la
promesa con su madre es todo lo que inspira su viaje a un país lejano donde no
conoce a nadie ni entiende el idioma. Todos esos son aspectos incompletos a los
que se enfrenta teniendo de su lado solamente esa pasión por encontrar una
respuesta, sea cual sea.
En su camino hacia la premisa de encontrar a
su padre y a su hermano, entenderá que no sabe nada de su madre, ni de ella
misma. No hay solución posible para las cuestiones incompletas, la intuición
lógica y siempre acertada de Jeanne será desafiada por lo desconocido de ese
nuevo mundo. Entrando a los momentos más críticos de la historia, Jeanne no
podrá con el peso de la verdad. Un solo problema tiene varias soluciones, y no
todas son ideales. Aún con las respuestas obtenidas, Jeanne no siente completo
su cuadro, ¿es que el problema no tiene solución?
Aquí es donde vuelve Simon, acompañado de Jean
Lebel, el notario de los Marwan, reúnen las piezas conseguidas por Jeanne y un
amigo de Lebel. El mellizo que no quería ninguna respuesta, y sólo esperaba
cerrar el círculo para sentir paz de nuevo es quien hará la última pregunta, a
quien será revelada la verdad y también será él quien entregue las cartas a su
destinatario. Pues, él siempre estuvo concentrado en el cierre, en darle fin al
asunto. Por eso es que él se encarga de cerrar el círculo.
El viaje de los mellizos termina donde
comenzó, en la oficina del notario leyendo las últimas palabras de su madre.
Jeanne derrama lágrimas, esta duda sólo agrandó el vacío, las respuestas
concuerdan con las preguntas. Pero las cosas siguen sin funcionar. La
desalentadora cima para un ascenso lleno de aflicción.
Simon se mantiene inmune. Ha conseguido su
propósito, ahora puede enterrar a su madre. El único momento donde Simon se
muestra algo afectado es en el momento de la revelación, pero no cuando él se
entera. Para Simon, lo más difícil es decírselo a Jeanne. Ambos tiene la misma
misión, una entrega, hallar una solución definitiva. Y ambos encuentran la
misma respuesta, no es un error, no es una ausencia más. Es la incoherencia de
hallarse perdidos en esa verdad indeseable que no se deja de confirmar. “¿Uno
más uno puede ser uno, Jeanne?”, es todo lo que se necesita decir.
La nostalgia de Jeanne es una angustia por lo
develado, el impacto no encontrar lo esperado, de darte cuenta que este
problema no te llevó a ningún lado, o aún peor, que te lleva de vuelta al
principio, a la incertidumbre inicial. Un detalle pequeño pero importante es
ver Jeanne en la clase de matemáticas
puras introduciendo el problema de Siracusa. Una conjetura de casi un siglo sin
solución, donde todas las variables posibles van a dar con la misma secuencia
repitiéndose una y otra vez, inexorablemente. Es un problema sin solución
porque supera los límites humanos. Después de todo, “la muerte nunca es el fin
de una historia”, y esta película lo demuestra.
Es un trabajo complicado y de mucho detalle.
La estructura narrativa de la película, con frecuentes elipsis de tiempo muestra
hasta tres historias de búsqueda que convergen en el mismo momento. Esa escena
cero donde algunas de las búsquedas terminan y otras comienzan es una constante
en la película. En todo el largometraje hay mucha violencia, de varios tipos.
Con la protagonista siempre involucrado pero con la violencia perpetrada por
diferentes rostros. Observamos varias muertes pero también varios nacimientos,
y en realidad así funciona para el autor. Sólo tenemos esos extremos como
certezas, lo demás es vacío.
Mi única observación a la película sería ese
detalle que es meramente explicativo en el relato sobre la identidad Abou
Tarek, quien momentáneamente cambia de nombre sin motivo aparente para luego
volver a hacerlo, eso resuena en mi cabeza como algo no del todo coherente. Sin
embargo, la historia necesita de esa licencia para mantener el detalle oculto y
que el final funcione. Un recurso bien utilizado, la revelación final funcionó
por completo, al menos conmigo, pues el efecto de la revelación perdura durante
todas las secuencias de la escena cero. Los orígenes y los finales de las
búsquedas de los Marwan.
Ficha técnica
Título: Incendies
Título original: Incendies
Dirección: Denis Villeneuve
País: Canadá
Año: 2010
Fecha de estreno: 11/03/2011
Duración: 130 min
Género: Drama
Reparto: Rémy Girard, Allen Altman, Lubna Azabal, Mohamed Majd, Baya Belal, Bader Alami, Yousef Shweihat, Mélissa Désormeaux-Poulin, Maxim Gaudette, Abdelghafour Elaaziz
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