El erotismo en la obra musical de Silvio
Por: José Luis Durán Paredes
Lo anunciamos anteriormente, el análisis aquí presente va
dirigido a la obra romántica de Silvio Rodríguez en general, y al erotismo en
particular. Con esto no pretendemos desacreditar la carga de ideal político que
el cubano expreso en muchas de sus canciones; pues son aspectos que también
marcan la trova de Silvio, que, sin embargo, no se analizarán en el artículo.
Comenzamos con el principal protagonista del ideal
romántico, de apuesta al sentimiento y emoción, que desde la visión de
apreciación estética de la antigua Grecia posee (junto con el mar) una
jerarquía de crucial importancia: la mujer. El año 1978, se publicaba el álbum
“Mujeres”, un disco que apuesta al romanticismo del desamor. Temas como “¿Qué
hago ahora contigo?” o “Te doy una canción” expresan esa lejanía del abandono y
la separación; ambientes del cual germina la idea del recuerdo y desahogo.
Y es que la mujer es en la obra de Silvio un agente del
deseo, una protagonista de la desfortuna, la idealista de la rebeldía y el ser
del sexo. “Una buena muchacha de casa decente no puede salir. / Qué diría la
gente el domingo en la misa, si saben de ti”, cantaba Silvio, refriéndose a esa
sociedad conservadora cubana, contra la que ya varias veces atentó en un
sentido transgresor partiendo de lo erótico, en la que una persona debe amar
con un precedente proceso de secularización, aniquilación de prejuicios y
establecimientos morales. Tema que lleva al otro extremo en Desnuda y con
sombrilla -del álbum "Rodríguez" (1994)-, canción de certeza erótica,
en la que ya se observa a una mujer deseosa del acto sexual, a la espera del
calor de su amante, que aún con las prendas puesta, se encuentra dubitativo y
teme por su pronta decisión. “Tú, desnuda y con sombrilla / Yo, vestido, pero
con calor”. Ambos se desean. No es posible concretar, en los agentes de esta
canción, un sentimiento de amor como tal, puesto que algunos aparentan que es
la relación entre una prostituta y un hombre tímido pero deseoso. Pero,
subvalorando el amor, la presencia en esta canción de elementos con carga
erótica son abundantes: el líquido etílico (podría ser un vino o ron), la
desnudes de la mujer, el calor del hombre, la sombrilla que denota oscuridad,
etc. Una dualidad que representa los dos rostros del erotismo en sí, el
atrevimiento y el retraimiento.
El cuerpo para Silvio, también lleva una carga erótica a
analizar en su obra. La exploración de un gigantesco mundo, casi acercándonos a
una perspectiva cósmica, surcando, cual surcan los dedos de una persona por
el cuerpo de su amante, un desierto de deseos, se expone en la canción Ando
como hormiguita (Rodríguez): “Ando como hormiguita por tu espalda / ando
por la quebrada dulce de la seda. / Vengo de las alturas de tus nalgas / hacia
el oro que se derrama y se me enreda.” En esta parte no solo se aprecia de una
manera metafórica la delicadeza del cuerpo de una amante; sino que también se
le da al sexo el rol de ser la prueba misma de amor: “Tú te vuelves pidiendo el
cielo”, canta Silvio al respecto. En esta parte podemos notar la existencia de
una bidimensionalidad, que solo de manera particular es complementaria: el
universo del cuerpo y el accionar del sexo. “Una mujer se ha perdido / conocer
el delirio y el polvo / se perdido esa bella locura / su breve cintura, debajo
de mí.”, canta el trovador cubano en la canción Oleo de una mujer con sombrero
-del álbum "Al final de este viaje", publicado en 1978-; tema que
posee una gran carga erótica, expresada de manera más directa que sus
predecesoras, pero con equivalencias simbólicas a las que Silvio Rodríguez nos
tiene acostumbrados. El polvo, es el acto sexual (connotación directa). La
belleza perdida hace referencia a la mujer que ya no anda por las calles ni se
encuentra en un exterior determinado; pues está perdida, en un interior (una
alcoba, dentro de las sábanas) en los brazos de su amante. La cintura es una
parte del cuerpo de una mujer de importante carga erótica; lo que ratifica la
situación romántica y sexual de la protagonista de esta canción.
Y por último nos adentramos en un personaje, que no solo
está presente en la obra musical de Silvio Rodríguez, sino en la expresión
artística universal: la prostituta. El erotismo, en toda la expresión de la
palabra, con sus respectivas representaciones en el arte, se expone como un
fantasma en la prostituta. El fantasma es la metáfora que se utiliza en las
convenciones presentes en la literatura, que ejerce de la carga del pasado;
como aquello que acecha en las sombras de la mente, y no trae más consigo que
el rumor de pena en son del recuerdo. Y es está sombra, de una apariencia
siempre sombría e intrigante, que rodea a la trabajadora sexual. Flores
nocturnas es la poesía de Silvio dedicada a este personaje. Si Desnuda y con
sombrilla, de cierta manera, en el atrevimiento de una mujer con respecto al
sexo, denota no tan claramente la presencia de una prostituta; Flores nocturnas
(Rodríguez) es una representación sin desvíos ni confusiones. “Se abren
las flores nocturnas de quinta avenida / para esos pobres señores que van al
hotel”. Lo nocturno, la noche, es la unidad de tiempo y espacio en el que
existe la trabajadora sexual. Es la hora en la que la puedes encontrar y
desear. El hotel es el escenario del encuentro sexual por excelencia; del
engaño y la lujuria; el espacio más físico que metafórico, de la prostitución.
Silvio continua su canto: “Flores, sin primavera y estación. / Flores, comiendo
sobras del amor”. Verso en el que se describe la insensibilidad en un acto
romántico, de apuesta sentimental, y consumo del desamor y engaño, que viven
las prostitutas.
Ese atrevimiento, ese deseo de infidelidad, forma parte,
también, de los elementos que componen el erotismo en el arte. El sexo, el amor
y la insensibilidad nos exponen un clima al que Silvio Rodríguez, con su poesía
lírica, nos invita a examinar y conocer, con un preciso manejo de la metáfora y
el simbolismo que reivindica la toma de protagonismo de la subjetividad del espectador.
Esa subjetividad a la que una expresión artística debe recurrir en busca de la
reflexión y la formación de criterio. En el caso de Silvio, una apuesta a la
creatividad con que se puede representar algo tan escondido por la moral, como
es el acto sexual, y tan banalizado, como el amor en sí.
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